
Querer a alguien no es una decisión que esté a nuestro alcance, pero sin embargo siempre intentamos influir en ella. Que idiotas. ¿Acaso creemos que con esfuerzo y un puñado de acciones poco intersantes vamos a conseguirlo? Perdemos el tiempo. Comprendemos muy bien que no podemos decirle a nuestro corazón "quiere", pero rehusamos de entender que tampoco podemos decirle "no quieras". No es que tengamos miedo a querer, sino que nos atormenta la idea de no ser queridos.
"There is always hope"
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