13 marzo, 2011

Oportunidades


He comprado mi billete de ida y vuelta y tan sólo con posar el pie en el vagón del tren la sensación de que es mejor retroceder me inunda. El destino es desconocido, y seguramente eso es lo que me ha incitado a intentarlo. Puede que el resultado del viaje sea positivo o negativo, pero no voy a saberlo hasta que finalice el trayecto. Tengo miedo, pero tan sólo en unos segundos la puerta se cerrará, y tengo dos opciones: observar como se marcha el tren desde el andén o montarme sin más preámbulos. Puede que sea una locura, pero ¿por qué no probar? Decir adiós con la mano a las oportunidades nunca es la solución. Probar cosas nuevas puede ayudarnos a descubrirnos. Cuando por fin, sentada al lado de la cristalera, veo como la estación comienza a parecer difusa y se aleja, siento una satisfacción de mí misma por al menos no haber derrochado mi tiempo. El nerviosismo se apodera de mí y con cada parada aprendo algo nuevo, los minutos no pasan en vano. Y puede que no sepa hacia adonde voy, ni que va a ser de mí en diez horas, pero no me desagrada este momento. Aunque la incertidumbre me eche a veces atrás, también tengo la certeza de que de aprovechar las oportunidades no creo que nunca me arrepienta. Los trenes nunca pasan a gusto de cada uno...

"There is always hope"

No hay comentarios:

Publicar un comentario